Meses después de la publicación de su primer single titulado Pregón, que incluía la poliritmica ‘Borrón enchufe’ y la marroquinista ‘Flecha’ (ambas de nuevo en el presente álbum), Les conches velasques regresa completando esas dos piezas con otros cinco temas nuevos. El gran Katafú (Familea Miranda) acierta al describir esta nueva referencia como pura -Mitología del ganchillo (…).
En la senda del particular ejercicio conceptualista que inauguró su debut, Les conches velasques sigue tomando como material lírico la obra de Pedro Salinas para, no obstante, intervenirla a su gusto. Renunciando a la rima en aras de la intuición, Pablo Jiménez (Picore) re-ordena el texto original para conformar nuevas imágenes, alborotadas sugestiones que no se corresponden con asunto argumental alguno, ni con discursos preconcebidos… y, sin embargo, consigue alcanzar un sensibilidad áurea de la que tomaremos consciencia en sucesivas escuchas, al ahondar en cada una de las piezas.
A excepción de ‘Rojo’, inspirada en ‘Endè Iyèrusalém’ de la etíope Asnaqètch Wèrqu (adaptada al 3/4), todos los temas aquí incluidos han sido compuestos a partir de esa forma no occidentalista y tan personal de entender el ritmo que tiene Jiménez. Como si de un rio de reflejos se tratara, el trote libertino es la linea básica y fundamental sobre la que se doblan expresivos ángulos, se enfatizan silencios y se conforman las repeticiones que darán vida al lenguaje ornamental final: El mosaico. Un mosaico que alcanzamos a tocar con las manos en el cuasi jazz de la ‘Cruz vieja’, que toma relieve en bucle, por cada uno de los acentos inesperados de la ‘Nana del charco’, y que cobra sentido pleno en la canción que -seguramente- mejor resume la exaltación del fuego y su abrasión vitalista, ‘Caballo’. En ella y entrelazando guitarras a 7/8 sobre un patrón rítmico de 3/4, concluimos exaltados -¡Que te baste el suelo! (…).