Artista y programador de interfaces con un doctorado por la Universidad del País Vasco sobre la relación entre la música experimental algorítmica y la antigua tradición percusiva vasca de la txalaparta, la carrera de Enrike Hurtado abarca un amplio espectro, que parte de la música experimental y que va desde la improvisación en directo hasta las grabaciones conceptuales, pasando por las instalaciones sonoras. Extensa narrativa discográfica a la cual se suma ahora ’20.20’, su flamante nuevo álbum.
Proveniente de la escena post-hardcore del País Vasco, Hurtado empezó reutilizando algunos de los paradigmas del punk y del noise rock, tales como el feedback y la distorsión texturizada, para reenfocar su uso y proyectarlos a través de las lentes del software experimental, de la improvisación, la música de vanguardia y el arte conceptual. Así, a principios de los años 2000, Hurtado empezó a hacer música por ordenador como parte del colectivo Ixi-Audio y, en cuanto regresó al País Vasco, comenzó a participar en la creciente escena de música experimental. Desde entonces, el músico de Bilbao ha publicado infinidad de obra con su propio nombre, así como bajo los seudónimos Bazterrak y Azunak en sellos como Crystal mine, Eclectic reactions, Pan y rosas, Antena, Larraskito e Ixi-Audio, además de colaborar con Miguel A. García, Ibon RG, Thor Magnusson, Mattin o el cineasta experimental Jorge Núñez. Con IbonRG, en concreto, Hurtado se encuentra actualmente embarcado en un proyecto que mezcla la improvisación libre, el drone y el noise con música tradicional del País Vasco, cuyo reciente debut además de rendir homenaje al poeta visual Joxan Artze (1939-2018), supuso toda una revisión contemporánea de su legado.
Ahora, dos años después de ‘oMOrruMU baMAt’ (2021), Enrike Hurtado regresa con este nuevo trabajo de estudio, titulado ’20.20’, el cual ha sido creado mientras desarrollaba un sistema de feedback digital en el cual empezó a trabajar durante los meses de confinamiento. En ’20.20’ cada pista es una improvisación minimalista de cálidas y sugerentes texturas, la cual explora una configuración diferente del mencionado software, pero en todas ellas arroja como resultado nuestra sublimación por hipnosis. A veces, el sistema entra en un equilibrio inestable, generando ráfagas de distorsión, clics y nubes de ruidos en una atmósfera aparentemente repetitiva. Otras en cambio, al ser alimentado con material pop, genera formas igualmente abstractas pero de estructura cuasi conclusa, como fantasmas de canción… Es en estos casos cuando la idea de feedback adquiere doble sentido, al referirse también a la reutilización de material musical preexistente.