Con su primer LP, Dos gajos nos presentó su fórmula: Con la cobertura del fingerpicking asordinado y matemático de JC y el ritmo de proyector de bobinas de Esperanza, ellos mascullaban a dos voces letanías obsesivas e irresueltas, algo misantrópicas, algo irónicas. En ‘Dos’ la fórmula se ha vuelto algo más flexible, mientras nuestros personajes se nos confían; antes escuchábamos sus voces en off, ahora se dirigen a nosotros.
Nuevos recursos sonoros caen aquí y allá, rigurosamente dosificados, con una enorme capacidad de sugerencia: Una guitarra española y el unísono de las voces son suficientes para diluir toda aquella tensión que creíamos tan característica y convertirla en remolona beatitud (La isla); bastan unos rasgueos a la bordonera y algunos golpes de maza (Desafortunados dos) para remitirnos a The Doctor Came at Dawn de Smog; unos segundos de sucio cimbreo de cuerdas de alambre en ‘La conclusión’ y ya habremos pensado en Canned Heat o en R.L. Burnside. La hilarante ‘Bajo las palmeras’ no hubiera desentonado en el repertorio de Luis Aguilé; ‘Perro ladrador’ y, sobre todo, la lapidaria ‘Balada de hoy’ parecen sacadas de la Ópera de los tres peniques…
Aunque igual de ofuscados y descreídos que siempre, Esperanza y JC despliegan también un espectro anímico más amplio en los textos: Fiebres de seducción ibérica (Morenaza), crónicas mordaces de decepción y anestesia emocional (Todo sin sufrir), alguna que otra pulla de sesgo brechtiano… En ‘Dos’ incluso se ensayan por primera vez duetos canónicos a lo Lee y Nancy, o a lo Gainsburg y Birkin (Qué puede ser). En ‘Nada’, penúltimo tema del disco, él interpreta al arquetipo del refunfuñón abúlico cuya vida pasa sin pena ni gloria, hasta que en el estribillo ella le increpa (…) Ya está bien, sólo te sabes repetir (…). Es en la retranca apenas disimulada de su voz donde apreciamos el grado de control de su propuesta –tanto que les permite juguetear con la autoparodia- que han alcanzado. En su segundo LP, Dos gajos han hecho mucho más que repetirse.
(…) Javier Aquilué