Quien escucha su nombre oye

Doce fuegos

Escúchalo en:
  • Referencia

    R165
  • Formatos

    Digital
  • Fonograma

    Álbum

La carrera de Miguel Palou comienza en su Sevilla natal, en torno a Pylar (referente ibérico del metal experimental), y se expande a través de múltiples proyectos y colaboraciones que van desde Dronespell & the Omega Chord hasta Spagyria, entre otros. Un incesante flujo de obra al que, poco a poco, se han ido sumando sus propias referencias como Doce fuegos: varias demos, dos splits con Run Arbos y Misa tridente, además de los dos álbumes publicados con Sentencia, con los que Palou ha logrado imprimir su inconfundible huella musical: «El templo de las cuevas» en 2021 y «Vita brevis» en 2022. A estos trabajos se suma ahora este nuevo álbum explícitamente conceptual, titulado «Quien escucha su nombre oye».

Con una sensibilidad innata por el folclore y un excelente dominio del lenguaje dark-wave, «Quien escucha su nombre oye» es una obra medievalista en la que convergen elementos del post-rock, del drone, del ambient e incluso del black y el doom metal, sin dejar de lado el impresionismo o la música barroca. Nos encontramos ante una manifestación sonora que gira en torno a la experiencia subjetiva y romántica de la contemplación del paisaje, presentada como tributo a la mitología norteña. Su música nos evoca los relatos contados por mujeres y hombres de los pueblos, al calor de las hogueras y con el telón del agua de fondo, inspirados por el bestiario y su naturaleza, en particular la asturiana, donde reside actualmente el artista.

Hubo un tiempo en que los monstruos no eran simples símbolos ni relatos, sino una parte más de la vida cotidiana, y la convivencia con las fuerzas de la naturaleza y sus misterios era una realidad. En ellos cristalizaban nuestros miedos, y a través de ellos se explicaban nuestras tradiciones, que se remontan a orígenes ancestrales, más allá de los límites de la memoria. Así, el viento invernal era el Cazador negro, o las tormentas eran obra del Nuberu, y a todos se les llamaba por su nombre. Reconocer sus manifestaciones en vida era una manera de entender la naturaleza. Hoy, estos monstruos y mitos forman parte de nuestra historia, de lo que somos, y siguen reflejando nuestra percepción colectiva de la realidad. Se encuentran en la raíz del acto primigenio de contar historias, relatos para entender el pasado y describir el presente que nos rodea.

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