El quinteto de Zaragoza -seis con Thomas House (Sweet Williams, Charlottefield)– es un de los combos más aplastantes del panorama estatal. Desde ‘Líbranos del mal’ (2008) y muy especialmente en ‘Imagínate que acierto’ (2011) y ‘Si no olvido bien’ (2016), su aversión al acomodo les ha empujado a un subsuelo muy apartado de la media ‘alternativa’. Han despejado el camino sin concesiones, componiendo canciones maravillosamente complejas y esquivas, agujereando su propio sonido para poder respirar.
Con un total de cinco álbumes e innumerables giras por Europa a sus espaldas, provablemente sea el charco de su último trabajo de estudio, ‘Si no olvido bien’ publicado en 2016, donde Picore ha logrado sumir la una constelación de posibilidades que llevaba tiempo estudiando. Supuestos políticos, poéticos, conceptuales y, ante todo, musicales, todos ellos a base de exquisitos azotes rítmicos y estructuras con raíces que vienen de más allá del rock occidental, en un valiente espectro de tensiones armónicas.
Picore evitan tratar al oyente como si fuese idiota, una empresa en absoluto reñida con cuestionar los ángulos, vértices o pliegues que forman el conjunto de nuestros actos. ¿Qué hacer con tanto cartón prensado?
